Estamos a finales de octubre y parece que el otoño viene retrasado. Las hojas de las hayas, de los robles y de los abedules todavía muestran el verde de su clorofila. Otoño retrasado y frío, pues hace un día como para quedarse en la cama, pero el Moncayo bien vale un madrugón. Después de un café caliente hemos dejado los coches en la Fuente de los Frailes para iniciar la excursión que nos llevará, ascendiendo a la curva de la herradura, por bosques de pinos y hayas. El suelo musgoso va acumulando la multicolor hojarasca de los diferentes árboles. Las frambuesas ya se han secado, pero los arándanos aún nos muestran gran cantidad de frutos y, bajo la sombra del bosque, las muscarias anuncian su rojo sombrero de amanita. Frío y humedad en el ambiente, hasta que llegamos al Collado de Juan Abarca. Desde aquí, un ascenso cada vez más pronunciado nos eleva hasta la cima del Cabezo de la Mata, mirador otros días del Valle del Ebro y del dominante Moncayo, hoy cubierto de nubes y de calima. La subida ha merecido la pena. El Moncayo, como siempre, majestuoso.
Asociación para el estudio, conservación, valoración y divulgación del paraje natural denominado "Lagunazo de Moncayuelo" dentro del espacio geográfico que ocupa.
domingo, 23 de enero de 2011
Estamos a finales de octubre y parece que el otoño viene retrasado. Las hojas de las hayas, de los robles y de los abedules todavía muestran el verde de su clorofila. Otoño retrasado y frío, pues hace un día como para quedarse en la cama, pero el Moncayo bien vale un madrugón. Después de un café caliente hemos dejado los coches en la Fuente de los Frailes para iniciar la excursión que nos llevará, ascendiendo a la curva de la herradura, por bosques de pinos y hayas. El suelo musgoso va acumulando la multicolor hojarasca de los diferentes árboles. Las frambuesas ya se han secado, pero los arándanos aún nos muestran gran cantidad de frutos y, bajo la sombra del bosque, las muscarias anuncian su rojo sombrero de amanita. Frío y humedad en el ambiente, hasta que llegamos al Collado de Juan Abarca. Desde aquí, un ascenso cada vez más pronunciado nos eleva hasta la cima del Cabezo de la Mata, mirador otros días del Valle del Ebro y del dominante Moncayo, hoy cubierto de nubes y de calima. La subida ha merecido la pena. El Moncayo, como siempre, majestuoso.
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